29 de junio de 2012

Acá va la página de la cumbre de Rio

http://rio20.net/

El elemento , el libro de Ken Robinson

Este el el libro de Ken Robinson del que hoy les hablé , para los que tengan ganas lo lean, es acerca de la vocación, vamos a ver como me sale insertar un archivo en pdf, sino puedo alguien me puede ayudar ?
Ya estuve investigando y no se puede adjuntar un archivo en pdf, es muy pesado y no es la función de un blog, posiblemente haya maneras sofisticadas, pero paso,
 les dejo un link, donde está listo para descargar con mi cuenta,
si no pueden : utilicen esa web 4shared.com  , abranse  una cuenta con su correo , ya que es muy piola y les permite el acceso a muchos libros y otras cosas :
http://search.4shared.com/q/CCAD/1/%3Cfont%3E%3Cfont%3EEl%20Elemento%20pdf%3Cfont%3E%3Cfont%3E?suggested

5 de junio de 2012

El siglo del individualismo - Máquinas de felicidad

Enlace:   http://tu.tv/videos/el-siglo-del-individualismo


Transcripción de  las partes del documental que están relacionadas con Elementos de Micro y Macro economía


(DESDE 00.00 HASTA 01.40)
Una nueva teoría sobre la naturaleza humana fue lanzada por el psiquiatra judío-alemán, Sigmund Freud. Descubrió que los «instintos primitivos sexuales y agresivos» permanecen dentro de las mentes de todos los seres humanos. Fuerzas que no están controladas llevan a los individuos y a las sociedades, al caos y a la destrucción.
(Una mujer grita, en medio del caos y la destrucción).
Esta serie relata cómo se usaron estas teorías para controlar a las peligrosas masas en una época de democracia de masas. (Grafiti de fondo: «Crowds and their behavior».) En el corazón de esta historia no está Sigmund Freud sino otros miembros de su familia. Este episodio tiene como protagonista al sobrino estadunidense de Freud, Edward Bernays. Aunque Bernays es prácticamente desconocido hoy, su influencia en la historia del siglo xx es casi tan grande como la de su famoso tío. Porque Bernays fue la primera persona en usar las teorías de Freud sobre la mente humana, para manipular a las masas. Él enseñó a las corporaciones estadunidenses (Imágenes de fondo: Ford, Coca-Cola), por primera vez, cómo podían hacer que la gente quisiera cosas que no necesitaba conectando los productos de producción masiva con sus ‹deseos inconscientes›. Asociada a esto vendría una nueva idea política para controlar a las masas. ‹Satisfaciendo los deseos inconscientes de las personas, se les hace felices y dóciles›. Era el comienzo de la era del consumismo que llegaría a dominar nuestro mundo moderno.

(DESDE 05.36 HASTA 20.36)
En esa época [durante la primera guerra mundial], el joven sobrino de Freud, Edward Bernays, trabajaba como agente de prensa en Estados Unidos. Su mayor cliente era el cantante de ópera, Caruso, que estaba de gira, entonces, por Estados Unidos. Los padres de Bernays habían emigrado a Estados Unidos veinte años atrás. Pero se mantuvieron en contacto con su tío y se reunían en las vacaciones en los Alpes. Pero ahora iban a volver a Europa con otro motivo.
En la misma noche que Caruso estrenó su obra en Toledo (Ohio), Estados Unidos anunció que entraba en la guerra contra Alemania y Austria. (Grafiti de fondo: «America is here!».) Como parte del operativo de guerra, el gobierno de Estados Unidos anunció la creación de una Comisión Pública de Información. Bernays fue contratado para promover las actividades bélicas de Estados Unidos en la prensa. El presidente Woodrow Wilson anunció que Inglaterra iba a luchar junto a Estados Unidos no para restaurar su imperio sino para extender la democracia por el mundo. (Grafiti de fondo: «Program for the peace of the world».) Bernays demostró mucho talento para extender esta idea en su país y en el extranjero. Y, al final de la guerra, el presidente le pidió que le acompañara a la Conferencia de Paz de París.
—«Entonces, para mi sorpresa, me invitaron a que acompañara a Wilson a la cumbre. Y a la edad de 26 años estaba yo en esa conferencia para hacer el mundo más seguro y demócrata. Ese fue el argumento central del discurso», dice Bernays, entrevistado en 1991, a los noventa y nueve o cien años de edad –según la biografía que se consulte–, y cuatro años antes de su muerte.
El recibimiento de Wilson en París sorprendió a Bernays y a otros propagandistas. La propaganda había hecho de Wilson un liberador del pueblo. Un hombre que creaba un mundo nuevo en el que el hombre sería libre. Hicieron de él un ídolo de masas. Mientras veía el gentío alrededor de él, Bernays se preguntó si podría hacer lo mismo que hizo con Wilson, pero en época de paz.
—«Cuando volví a Estados Unidos decidí que si se podía utilizar la propaganda en la guerra, también se podía hacer en la paz. Y como la palabra propaganda llegó a ser tan mal vista, por su uso en Alemania, entonces decidí inventar el término ‹Relaciones públicas›», dice Bernays.
Bernays volvió a Nueva York y fundó una oficina de relaciones públicas en Broadway. Era la primera vez que ese término se usaba. Desde el comienzo, Estados Unidos se había convertido en una sociedad industrial, con millones de conglomerados en las ciudades. Bernays quería encontrar la manera de manejar a esas multitudes. Para ello, volvió a los escritos de su tío. Desde París, envió a su tío un regalo de Puros habanos y, de vuelta, Freud le envió un tomo de su obra: Psicoanálisis. Bernays lo leyó y se sintió fascinado por el relato de las fuerzas internas que dominan a las masas. Se preguntó si podría ganar dinero manipulando las mentes de las personas.
—«Lo que Edward aprendió de Freud es la misma idea de que hay más de lo que se ve a la hora de tomar decisiones. No únicamente entre individuos sino, más bien, entre grupos. No la idea de que la información maneja las masas, sino lo interno. Él planteó la idea de analizar las emociones irracionales, y eso lo colocó en otra categoría superior a ningún político o empresario de la época que decían, ‹Con la información se dirige a las masas›. Eddy dijo: ‹Así no es como funciona el mundo›», dice Pat Jackson, colega de Edward Bernays como asesor de Relaciones públicas.
Bernays empezó sus experimentos con las mentes de las clases populares. Su más ambicioso experimento fue convencer a las mujeres de que fumaran. En aquel tiempo no estaba bien visto que las mujeres fumaran. Uno de sus mejores clientes era el presidente de una tabacalera, George Hill. Le preguntó a Bernays por una manera de romper con ese tabú.
—«Estábamos perdiendo la mitad del mercado por el tabú de los hombres contra que las mujeres fumaran en público… ¿Puedes hacer algo sobre esto?… Déjame que piense… Y entonces fui a un psicoanalista para preguntarle qué significaba el tabaco para las mujeres… ¿Cuánto me va a costar?, me preguntó el tabacalero. Llamé a un psicoanalista de Nueva York… ¿Y por qué no llamaste a tu tío?, le pregunta una voz femenina… Porque vivía en Viena», responde Bernays, y sonríe.
E. April era uno de los primeros psicoanalistas en Estados Unidos, y por un pastón[2]  le contó a Bernays que el cigarrillo era un símbolo fálico. Que otorga un poder masculino y sexual. Le dijo que si podía conectar el hecho de fumar con disputar el poder masculino, las mujeres fumarían porque tendrían su propia virilidad .
Cada año, Nueva York tiene su cabalgata de la Pascua, a la cual acuden miles de personas. Bernays decidió montar un evento en ese desfile. Persuadió a un grupo de mujeres de la alta sociedad a llevar escondidos unos cigarrillos, y, ante una señal suya, encenderlos de manera ostentosa. Bernays había avisado a la prensa de que un grupo de sufragistas pretendían realizar un acto de protesta reivindicando sus libertades bajo el lema «Antorchas de libertad».
—«Sabía que todos los fotógrafos estarían ahí y que esto provocaría muchas protestas, y estaba preparado con la frase clave: «Antorchas de libertad». Entonces aquí tienes un símbolo, mujeres, mujeres jóvenes, fumando cigarrillos, con un lema, y todo el que quiera unirse a ese lema, que es la LIBERTAD, tendrá que apoyarla. ¿Cuál es el símbolo de Estados Unidos?, la Estatua de la Libertad con su antorcha en la mano. Todo esto alude a la emoción, a la memoria, sus instintos y con una frase racional, aún utilizando los instintos, es una frase racional. Todo ello viene junto. Al día siguiente, la noticia no solo estaba en los diarios neoyorkinos (Grafiti de fondo: «Group of girls puff at cigarettes as a gesture of ‘Freedom’ – Resorts Near City Well Filled», en The New York Times), sino de todo Estados Unidos y del resto del mundo. Desde ese momento, la venta de cigarrillos a las mujeres se disparó. Él consiguió que fuera socialmente aceptada con un solo acto simbólico», todo esto lo dice Pat Jackson, colega de Edward Bernays como asesor de Relaciones públicas.
Lo que Bernays consiguió es que las mujeres que fuman se sintieran más independientes, libres y poderosas. Una idea que todavía hoy persiste. (Alguien canta: Todas las cosas, mi dulce y bravía). Hizo posible la idea de convencer a alguien hacer algo ligando los productos a sus deseos irracionales. La idea de que fumar hace más libre a una mujer es completamente irracional, pero la hace sentir más independiente. Significaba que un objeto irrelevante podría convertirse en un símbolo poderoso a través de cómo te gustaría que los demás te vieran.
—«Eddy Bernays veía la manera de vender un producto, no a través del intelecto, como hasta ese momento: ‹No necesitas un automóvil sino que te vas a sentir mejor con él›. Creo que él originó esta idea de que no estabas simplemente comprando algo sino enganchándote emocionalmente a él. ‹No es que necesites una nueva prenda de ropa, sino que te vas a sentir mejor con ella›. Esa fue su contribución. Lo vemos hoy día por todas partes, pero creo que fue idea suya», dice Peter Strauss, empleado de Edward Bernays, entre 1948 y 1952.
Lo que Bernays hacía, fascinaba a las corporaciones estadunidenses. Habían acabado la guerra ricos, pero tenían un problema. El sistema de producción masiva había florecido creando millones de productos, pero tenían miedo de los excedentes de producción. Había que convencer a la gente de que tenían que comprar esos productos. Hasta aquel momento se vendía sobre la base de la necesidad. Mientras los ricos ya estaban acostumbrados a los productos de lujo, para millones de ciudadanos (Grafiti de fondo: «They stand the strain of constant pouding on city streets. Sheer, silhen. Mission – Knit Hosiery. ENDURES») de la clase obrera estadunidense, los productos se promocionaban como necesidades. Productos como zapatos o calcetines eran promocionados en términos prácticos. (Grafiti de fondo: «Hello Walter, I’ll bet you’ve got my new car¡»). El objetivo de los anuncios era valorar la calidad de los productos. (Grafiti de fondo: «Here it is¡ A lesson in new Ford performance»). Lo que las corporaciones pensaron fue transformar la manera en que los estadunidenses pensaban en los productos. Un banquero, Paul Mazer, de Lehman Brothers, tenía claro lo que era necesario. Tenemos que elevar a Estados Unidos de un nivel de necesidad al deseo. La gente debe ser entrenada para desear nuevas cosas, incluso antes de que las viejas se estropeen. Debemos crear una nueva mentalidad estadunidense: los deseos deben superar a las necesidades.
—«Antes de ese momento, no había consumidor estadunidense. Estaba el obrero y el empresario, que fabricaban lo que la gente necesitaba. Mientras los ricos compraban cosas que no necesitaban, el hombre común, no. Mazer rompe con eso: lo que importa es comprar cosas que no necesitas, pero que querías», dice Peter Solomon, banquero inversionista de Lehman Brothers.
Y el hombre que iba a cambiar con esa mentalidad era Edward Bernays.
—«Bernays es el hombre, más que cualquier otro en Estados Unidos, que llevó a la práctica esta teoría psicológica desde una perspectiva empresarial el cómo la industria iba a presentar a las masas, a través del marketing y de las ventas, estaba preparada para las ideas de Sigmund Freud. Porque ellos ya estaban preparados para entender lo que motiva la mente humana. Y entonces hubo una gran apertura hacia las ideas de Bernays sobre cómo vender productos a las masas», dice Stuart Ewen, historiador de las relaciones públicas.
En los comienzos de los años 20, los bancos comenzaron a financiar la creación de cadenas de grandes almacenes. Iban a ser los escaparates de los nuevos productos de consumo. El trabajo de Bernays era crear un nuevo tipo de cliente. Bernays empezó a crear muchas técnicas de persuasión consumista masiva con las que convivimos hoy día. Fue contratado por William Randolf Hearst para promocionar sus revistas para mujeres glamurosas. Lo que hizo fue colocar artículos y anuncios que ligaban productos a estrellas de cine como Clara Bow, ¡que también era su cliente! Bernays también comenzó con el «Product placement» en las películas, colocando joyas y productos de otras firmas que representaba, en las películas de Hollywood. Fue el primero que convenció a los fabricantes de coches de que los vendiesen como un signo de masculinidad. Pagaba a psicólogos para que publicaran informes afirmando que ciertos productos eran buenos para ti, y después simular que eran informes independientes. Organizó pases de modelos en los grandes almacenes, a las que decía que repitieran la frase: «No compras cosas por necesidad, sino para expresarte a ti misma».
—«¿Alguna vez has pensado en la psicología de la vestimenta? Expresa tu personalidad, todos tenemos personalidades interesantes, pero algunos la tienen escondida. ¿Por qué te vistes igual todos los días, con el mismo sombrero? Todas ustedes son interesantes y tienen mucho que decir, pero si las vemos por las calles, todas ustedes parecen iguales. Y por eso les hablo de la psicología de la vestimenta. La ropa expresa mucho de ustedes mismas. Saca cosas que tú piensas que están escondidas. Me gustaría que mostraran ese ángulo de su personalidad», Mrs. Stillman, célebre aviadora de la década de los 20.
…En medio de muchos hombres, un periodista le dice a una jovencita:
—«Quiero hacerte una pregunta: ¿Por qué te gustan las faldas cortas? Porque hay más para ver. ¿Y qué tiene eso de bueno para ti? Me hace más atractiva
En 1927 un periodista escribió: «Nuestra democracia ha sufrido un cambio y se llama consumismo». El principal deber de un estadunidense ya no es ser ciudadano, sino consumir».